No sé cómo
expresar lo lindo que se siente, ser la causa de que otros se llenen de alegría,
de robar una sonrisa y ver que el otro es feliz.
No sé cómo
expresar lo triste que se siente, ser la causa de que otros se llenen de pena al
ver que te vas.
Tu feliz
porque llegué a tu vida en un abrir de ojos, y triste porque me desaparecía de
la misma forma.
Hemos compartido
toda una semana, en donde hemos reído, hablado y disfrutado del tiempo.
Te ayudé
con tu dibujo, me escuchaste cantar y con ojos llorosos me cogiste de la mano y
dijiste, que te sentías feliz de haberme conocido, que no solo era buena para
dibujar, sino que también lo era para cantar.
No soltabas
de mi mano, mientas que te daba las gracias por tus palabras. Podía notar que
cada una de ellas, salían desde el fondo de tu corazón.
Solo con mi
cuidado sentías seguridad y sabias que no dejaría que te pase nada, porque
aquel cuidado que te di, como para cada uno de mis pacientes, fue dedicado, con
cariño, y respeto.
Me quede impresionada
por las rosas que recibí, me sorprendiste con ellas. Y aunque no las merecía,
porque el cuidarte era parte de mi trabajo, tú sentiste que tenías que dármelas,
y reflejar en ellas el agradecimiento por lo que yo hice por ti.
Aun recuerdo
aquella tarde que tus invitados mencionaron que se te veía feliz por mí, con
voz picara dijeron que aquella tailandesa era guapa, yo paraba preparando tu
medicina, escuchaba atenta a lo que decían.
De pronto
levantaste el rostro, me miraste y con voz decidida dijiste claramente que yo venía
de Perú, volviste a mirarme esperando que tus visitantes se disculparan y no
paraste hasta que eso pasara. No supe que hacer, ni que decir, solo acercarme a
ti y agradecerte con una sonrisa, por recordar de donde venia.
Fue lindo
conocerte, y quizá nunca más te vuelva a ver. Aun así quiero agradecerte, por
haberme dejado cuidarte, y sobre todo por haberme regalado las muchas sonrisas
que compartimos.
Querido
Uffe, este escrito va dedicado a ti, tu sonrisa y tu trato.
REMS
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