Esta es la historia de dos personas
que andaban por caminos diferentes, pero que la vida unió para toda la vida.
Ejler hijo de una familia pobre, su
padre se dedicaba al campo, y su madre cuidar de los hijos, la casa y el esposo.
Ejler fue creciendo junto a sus dos
hermanos, quienes soñaban con ser igual como su
padre, campesinos. Sin embargo el, sabía desde niño que este no sería su
camino. Él amaba vivir en el campo, pero no quería hacerlo por el resto de su
vida.
El quería probar nuevas cosas,
salir, pasear, conocer. Aprender más de la vida y no estancarse en la
pobreza donde él había nacido.
Conforme fueron pasando los años,
el crecía, se ponía un muchacho guapo, alto, delgado, con esos ojos azules que
lo caracterizaban, y ese pelo rubio que brillaba como el sol.
Él era de tés blanca, algo que no le gustaba y por eso pasaba horas en la playa
de su ciudad.
Termino la escuela con bueno
resultados, así que fue ahí donde quiso saber que sería ser un marinero,
alguien que navegue por los mares, que se vaya de un país a otro, conociendo lo
mejor de cada lado.
Peor aún era muy joven, así que
tenía que resolver su vida lo más pronto posible, su madre le exigía estudiar,
ser alguien en la vida, mientras que su padre, le pedía que aprendiera bien del oficio del campo.
No sabía qué hacer, así que a la
edad de 22 años decidió ser militar. Postuló una primera vez, lamentablemente
no lo aceptaron. No había más vacante, así que espero al siguiente año para
volver a postular. Esta vez con la alegría de que lo habían aceptado.
Ahora empezaría una nueva etapa en
su vida, el feliz, sentía que por fin su vida cambiaria.
No se equivocaba, esta etapa para
él, fue de mucho provecho, le encantaba ser militar, aprendía tanto que se
sentía superior a muchos.
Tenía tantos amigos, que nunca
tenía el tiempo de sentirse solo.
Un día lo invitaron a una fiesta de
pueblo. Al principio él no tenía muchas ganas de ir, ya que sabía bien como eran
este tipo de fiestas. Aun así, sus amigos insistentes, no lo dejaron decir no,
así que fue. En esta fiesta conoció a una muchacha, él la miro, le pareció una
mujer agradable, quiso conocerla, la saco a bailar, conversaron un poco, pero
nada paso. Él tenía que regresar a su base.
A los dos días, llega el sargento,
lo llama de forma seria, le dice que ha recibido una carta. El no entendía que
estaba pasando, y menos de quien era esa carta. El sargento enojadísimo, con
voz fuerte le pregunto, si todo andaba bien, si el había cometido alguna falta.
Ejler nervioso, le respondió, que hasta donde él sabía, no había faltado las
reglas.
El sargento le exigió abrir la
carta y leerlo en voz alta. Así lo hizo. Se dio con la sorpresa de que la carta
era de aquella muchacha de pueblo.
Él se enojó tanto, que nunca más
quiso saber de esta muchacha. Para él ella
no había significado nada, así que no le fue problema olvidarla.
Pasaron así las semanas, hasta que
lo invitaron a una otra fiesta. Esta vez algo dentro de él, le decía que vaya,
que era necesario que este en ese lugar. Así lo hizo, fue con sus amigos, el
contento, hablando con sus amigos, echando broma el uno con el otro, hasta que
la vio.
Si, la vio y se quedó mirándola, como si
nunca hubiera visto algo similar. Brillaba por todos lados, era algo
inexplicable, su cuerpo temblaba, sus pensamientos no se detenían, buscando en
ellos la respuesta de lo que estaba pasando, su corazón latía a mil por hora,
sentía que ya iba a estallar.
De pronto solo él y ella estaban en
ese lugar, todo se oscureció al rededor suyo, no veía más que a esa hermosa
mujer que sus ojos admiraban con tal devoción.
Entonces uno de sus amigos, lo
golpeo por la espalda, diciéndole, hey despierta hombre, esa solo una mujer, el
reacciono de su momento, pensando, ella no solo es una mujer, es todo.
Pregunto a doquier si la conocían,
hasta que uno le dijo que si, que ella era estudiante de bachillerato, que no
tenía novio, y que era una chica bastante tímida.
Él quiso contactarse con ella, así
que la busco. Lo que él no sabía, era que esa primera noche que el la vio,
ella lo había quedando mirando de la misma forma que el a ella.
Erna se llamaba la mujer de sus
sueños, una muchacha agradable, con lentes, de cabello riso, rubio, tés blanca,
no tan alta, delgada como un
alfiler, no muy agraciada pero para él la más bella del mundo.
Empezaron a salir juntos, la
pasaban bien, eran amigos, se contaban todo, se escribían diariamente, ya que
el aun seguía como militar.
Siempre en sus descansos de francos la visitaba, siempre reían, siempre
felices, hasta que ella tuvo que irse a California a
seguir unos estudios.
La noticia le afecto mucho a Ejler,
pero comprendió que era parte del futuro
de Erna, así que sintió alegría de saber que esa muchacha al que el tanto
quería, emprendía su rumbo, para crecer profesionalmente.
Antes de que Erna se fuera, Ejler
le pidió ser novios, ella feliz lo acepto.
Pasaban los meses y lo único que
sabía el uno del otro
era a través de esas largas cartas que ambos se mandaban, diciéndose lo mucho
que se amaban, prometiéndose una y mil cosas, extrañadose como locos,
y esperando el momento de volver a estar juntos.
Erna seguía sus estudios, haciendo
lo mejor que ella podía para ser una de las primeras en su clase; nada la
detenía ya que su motivación era el amor que le tenía a Ejner.
Mientras tanto Ejler empezó con su
nueva aventura, esa que él había anhelado durante toda su vida, el ser
marinero, el navegar.
Oportunidades se le presentaron, y
él las tomó. Erna al saberlo sintió felicidad de que su amado por fin realizaba
algo que el tanto amaba.
Ejler empezó a navegar, ese ya era
su trabajo. Iba de un país a otro llevando mercaderías, encomiendas y más.
Ya en el año 1958 viajo por
Pensilvania, Canadá, Panana, Colombia, Perú, Chile, Ecuador, y más.
El y su amada, seguían soñando con
el día de volverse a ver. Era muy duro para ambos el estar alejados, pero su
amor lo podía todo, nada los separaría, nada haría que su amor se apagase.
Cuando Ejler estuvo en Sudamérica,
conoció muchos lugares, pero también mucha gente, y su cultura. Se asombraba de
la pobreza que sus ojos veían.
Él habia crecido en uno de
esos hogares pobres europeos, por lo menos eso creyó hasta que vio como los
sudamericanos vivían. Cuando estuvo por Perú, llego al Callao, ahí se quedó
impresionado de ver a los niños caminar sin zapatos, todos cochinos, no iban a
la escuela, no tenían que comer, no cada día había algo sobre la mesa. Vivian
de forma tan rustica, una choza en donde estaba el baño, cuarto, sala, cocina,
todo chiquito y sucio, A él le toco vivir junto a una d esas familias. No
entendía como todos
entraban ahí, era increíble que aun en tanta pobreza
siempre el calor humano era lo que resaltaba. Lagrimas caen de
sus ojos cuando recuerda esos momentos.
Llegó a Punta arena en Chile,
un lugar que sorprendió de manera increíble a Ejler, este lugar era el lugar
con más gente con problemas psicológicos decía el, la gente actuaba muy extraño.
A él no le gusto este lugar, le asustaba.
Luego pasó
por Antofagasta que
tanto le gustaba. Y asi por Guayaquil- Ecuador Para él
era como si
todos los países de Sudamérica se parecieran, se veían todos tan pobres ante
sus ojos, que el solo ver todo eso, lo enfermaba.
Regresó a Perú,
en Lima fue
con sus compañeros y nuevos amigos a uno de esos populares bares del centro
de la ciudad. En el bar había mujeres bastante guapas. Una de ellas, no muy
alta, de buena figura, cabello negro lacio, ojos grandes y rasgados, con una
voz sensual y movimientos al que ningún hombre podía resistirse, lo conquisto.
Hicieron el amor toda la noche sin
siquiera detenerse a pensar en nada, no pararon hasta que quedaron totalmente
extasiados. Nunca había hecho el amor de tal manera. Él no podía entender
tanto furor, tanta locura, tanta pasión.
Pero como la
conciencia no es el mejor amigo de uno, no le quedó otra que aceptar tal falla.
Llegó el amanecer, y con el más grande de todos los remordimientos, lloró al
saber que le había fallado a su gran amor.
No podía remediar lo que ya habia
pasado. Sabía que pronto estaría en casa, y que su amada lo esperaba
impacientemente.
Ya Erna había culminado con sus
estudios, ya por fin podía estar en casa, ella estaba feliz, de saber que
pronto vería al hombre que ella había amado desde la primera vez que vio. Contaba los minutos para
poder verlo.
De camino a casa, él pensaba en esa
noche, noche que jamás olvido, aun cuando nunca más volvió a ver a tan
esplendorosa mujer.
Cuando llego a su país, Erna lo
esperaba en el muelle, al verlo corrió hacia él, lo beso, abrazo, diciéndole,
“por fin mi amor, ahora ya estas a mi lado”. Lo cogió de la mano, y lo llevo a
un lado; él no sabía que decirle, claro que sabía que ella era el amor de su
vida, lo supo desde el día que la vio por primera vez y volvió a saberlo en
aquel momento, en donde ella lo miraba de la misma forma que siempre lo hizo,
con amor.
La miro, le dijo lo feliz que
estaba de verla, que la amaba, pero que necesitaban hablar. Erna no quería
escuchar nada, solo quería tenerlo cerca y sentir su calor.
Tantos años esperando ese
momento. Por fin estaban juntos, pero Ejler tuvo que arruinarlo al ser
infiel. No pudo quedarse callado, así, que se lo conto todo a su amada. Erna
lloro desconsoladamente, hasta que se paró, lo miro, y se fue.
Ejler no sabía qué hacer, si
seguirla o dejarla ir. Él, la amaba, había que luchar por ella, fue en su
búsqueda, pero Erna con mucha elegancia y amor propio, le dijo que por favor la
dejara ir, que necesitaba pensar, que la dejara sola.
Tantos años esperando ese momento,
tantos años amándose de manera limpia, tantos años llenos de sueños y anhelos,
Erna sentía que perdía el aire, no podía entender que fue lo que paso.
Mientras tanto Ejler, no podía
estar tranquilo, su corazón lo acusaba y su mente también, sentía que perdía
todo, también esa felicidad que el tanto había añorado al lado de su Erna.
A la semana siguiente, el no pudo
más, fue a buscarla. Tenía listo un discurso, donde pedía perdón; Al tocar la
puerta de la casa de Erna, veía que nadie parecía. De pronto Erna en la puerta,
de tanto nervio olvido su discurso, se echó a llorar, se arrodillo, pidiéndole
perdón. Diciéndole cuando la amaba, que la necesitaba a su lado, que ella era
su vida, que nunca más pasaría algo así, que si ella quería podía engañarlo,
pero que no lo dejara. Que él no podía vivir sin ella.
Erna lo miro, se arrodillo junto a
él, lo abrazo diciéndole que ella jamás lo engañaría, que ese fue un error muy
grande, pero que se lo perdonaba por todo el amor que se han profesado durante
tantos años, que ellos merecían una oportunidad de amor, y que ella estaba
dispuesta a olvidar lo sucedido, si él prometía amarla y respetarla para y por
siempre.
Así lo hizo, desde ese momento el
amor fue más fuerte pero sobre todo mucho más maduro.
Ellos felices, tanto amor era
envidiado, nadie podía amarse de tal manera, ellos si.
Una noche, él la invito a comer,
era noche tranquila, noche de verano, esos que en donde la luz del día están
hasta las 23 horas. Al pedir el postre, le dijo que necesitaba decirle algo,
ella se puso nerviosa, ya que esas mismas palabras, las había escuchado alguna
vez. Se decía a sí misma, tranquila Erna, este hombre te ama, no hay nada que
temer.
Esa noche le pidió matrimonio, ella
estaba tan emocionada, lo abrazo con tanta fuerza, diciéndole claro que acepto
ser tu esposa. Es lo
que más añoro en la vida mi Ejler querido.
Se casaron, tuvieron 3 hijas y un
hijo, ahora con nietos. Felices,
con pruebas como todos pero pasando esos momentos que solo uno amando de verdad
puede disfrutar.
Ya ahora Ejler con 80 años,
internado en el hospital, por una infección crónica en los pulmones, tratando
de recuperarse, haciendo lo mejor que puede para no perder la paciencia, aunque
muchas veces no puede evitar perderla, sigue siendo el caballero de la misma
sonrisa tierna, la misma jovialidad, el mismo entusiasmo. Precisamente ahí en
la cama del hospital es donde recuerda cómo se enamoró de la que hasta la fecha
es su esposa, la única mujer que ha amado, a la que nunca más engaño, a la que
siempre respeto, y de la que nunca se arrepintió de haber tomado como su esposa
y su amiga.