Lejos,
imaginando que los tiempos de juventud de pronto aparecen y nos encierra en
aquella habitación, la mía.
Lágrimas,
risas, nuestro mundo derramando colores que llenaban nuestra vida con la mejor
ilusión que un amor a esa edad, podría
ser capaz de dar.
Estás en mi
mente, precisamente ahora, tu sonrisa pícara, esa de niño bueno.
Tus labios
pequeños, tus manos suaves.
Me querías,
y hasta hoy, siempre estaremos en el mismo lugar.
Nuestros recuerdos
que nos hablan y nos dicen: merecieron terminar juntos pero eligieron lo que
creyeron era correcto, quizá mejor.
Hace poco
me escribiste, negrita linda, sin lugar a dudas la mejor época de mi vida,
millón de recuerdos, amor desde los once hasta ahora.
Sonreí y en
alto dije tu nombre.
El amor de
juventud no se olvida, queda grabado por siempre.
El barrio,
los amigos, nos ocultábamos pero ya todos sabían que nuestra química era única.
Tu promesa,
por eso no me olvidas, porque me llevas grabada en tu mano.
Locura
total, lo hiciste y me quedé impresionada.
Tanto me
querías, tanto te quise, y ahora solo nos queda cerrar los ojos y pensar en
aquél tiempo.
No me quedé
contigo, no te quedaste conmigo, pero seguimos unidos.
Nuestros
corazones se entrelazan, nuestras miradas penetran lo más profundo de nuestra
alma.
El volverte
a ver, el abrazarte, el sentir que tú, sigues siendo el mismo de siempre.
Por lo
menos conmigo.
REMS