Aun puedo ver tus ojos grandes,
mirándome con la misma ternura, el mismo amor y el mismo orgullo de siempre.
Hoy necesito de ti, de sentir tú
presencia, sentir que me quieres como solías
hacerlo.
Ya no estás en este mundo, y aun
cuando en mi corazón estás presente, no puedo evitar el extrañarte.
Me enseñaste tanto de la vida, del
amor puro, sin pedir nada a cambio, del amor que solo es mirar a la persona
amada como si fuera lo único de la vida, el respeto, el hacer el amor con los
ojos y el sentimiento sin tener que tocarnos.
Te veo reír, mientras yo en este
momento lloro extrañándote
Recuerdo las veces recostados en
aquella cama de institución, riéndonos como niños de
la nada, mientras la música de Chopan o Bethoven seguía su curso.
Me contabas tus historias, aquellas
que aun podías recordar, mientras que yo te miraba y con atención escuchaba
cada frase que salía de tu boca.
Te decía con todo mi amor cuanto me
encantaba tus gigantes ojos, sentía que así me mirabas completa, que nada podía
escaparse.
Sabía que no necesitaba nada más
que estar cerca de ti.
Era tan bello poder
verte reír, sobre todo el ver que ambos, aun sin decir ni una sola palabra,
sabíamos que éramos nuestros.
Te veía feliz, reías al ver como saltaba
de un lugar a otro y cuando no nos veíamos, me llamabas y hablábamos horas de
horas, me repetías lo que a nadie nunca dijiste, te amo y yo sonreía mientras
te decía, escucha.....yo con voz alta gritaba, yo también te amo Ole Ramsing y
tu reías.
Ambos estábamos enamorados del
amor, del deseo de vivir, de la vida misma, era genial!
Tú me amaste de
una manera pura e integra, y yo te amé a mi manera, una manera en la que jamás
amé a nadie, porque tú mi querido Ole, fuiste y serás especial.
Aun cuando ya no estés en este
mundo, te amaré, porque jamás nadie será como tú,
jamás nadie me amará como tú, jamás nadie me mirará como tú, jamás nadie
sentirá el orgullo que sentías tú, al saber que era yo quien estaba ahí para y
por ti.
Todos al saber quién era, sentían
conocerme, porque tú ya les habías hablado de mí, jamás dijiste algo malo sobre
mí, siempre todo fue perfecto, porque eso era yo para ti. Lo sé, me lo dijiste
siempre, y nunca lo dude, porque así me hacías sentir.
Iba a verte, corría, quería
atenderte, hacerte feliz, lo merecías, confiabas en mí incondicionalmente.
Siempre les decías a todos que hablen conmigo, porque yo sabía todo. Siempre
decías que nadie se metiera porque yo lo resolvería. Llegaba a verte, a veces
no podías levantarte, te ayudaba. Necesitaba verte bien.
Nos recostábamos en el sofá, y
muchas veces en ese sofá sentí que me protegías, aun cuando tus fuerzas ya no
te daban más.
Eras mi mejor amigo, a veces hasta
actuabas como un padre para mí,
otras como un hijo, otras como el hombre enamorado. Todas tus facetas, me
llenaban, porque en todas estabas tú, Fiel e incondicional.
De todas tus promesas solo una no
cumpliste, y fue el no dejarme nunca. Te fuiste para no volver y aún recuerdo
de manera clara, aquella tarde en el hospital, cuando fui a verte y lamenté
haber aceptado que vivas en la ciudad, para estar cerca de mí.
Te vi mal, y en ese momento me di
cuenta que nunca debiste salir de aquella institución, donde el cuidado era
diferente, en donde aún tenías vida, en donde aún podíamos amarnos con pureza.
Me dijiste que ya no saldrías de
ahí, te abrace, lloré, te pedí que no dijeras eso, que te callaras. Y me
repetiste que sentías que ese era el final.
Fue duro, duro verte ahí, duro
sentir que te me ibas, duro pensar que te perdería. Los días pasaban hasta que
una mañana tuve que salir corriendo a verte porque pronto dejarías de respirar,
te dije que te amaba, y al ver tus ojos supe que no querías irte, que me
gritabas te amo, pero me pedias que me fuera, porque no querías que te viera
alejarte de mí.
Aun estás presente en mí, mi
corazón querido amigo aun es tuyo, mis pensamientos aun te pertenecen. Y mis
recuerdos a tu lado aun me hacen feliz. Nunca me cansaré de agradarle a Dios y
a la vida, por haberme regalado el tiempo dulce, maravilloso e inolvidable a tu
lado.
Un amor tan puro como
el nuestro perdurará hasta la eternidad. Un día nos encontraremos nuevamente,
lo sé.
REMS